POR DIEGO ZAMBRANO BENAVIDES
Varias situaciones
marcaron el desarrollo de los trabajos de ayer en Hidroituango tendientes a
retomar el control del proyecto: el entusiasmo de sus cientos de trabajadores
de sacar adelante la obra, en tiempo récord, laborando las 24 horas del día; se
llegó a la cota 407 sobre el nivel del mar, de la 410 que se requiere para
desviar el agua por el vertedero, y el funcionamiento de las cuatro compuertas
de la presa.
Sin embargo, preocupaba
una posible nueva obstrucción en la casa de máquinas, que bajó el caudal de
evacuación de la presa.
Al respeto, el
alcalde Federico Gutiérrez, dijo que la casa de máquinas “quedó operando
en la mitad de lo que venía funcionando, pues habría una obstrucción en dos
túneles de salida y mientras se evacuaban 1.600 metros cúbicos de agua por
segundo, ayer salían entre 800 o 900”.
Otro factor adverso, que
exige mayor celeridad en los trabajos, fueron las fuertes precipitaciones aguas
arriba del Cauca, que trajeron caudales superiores a los 2.300 metros cúbicos.
“Es decir, llega más
agua, pero descarga menos. Entonces sube el embalse, el nivel de agua en 20
centímetros por hora y estamos en una cota de 369, casi 370, entendiendo que el
vertedero está a 401, todavía faltan 30 metros para llegar allá”, afirmó el
alcalde.
Bajo las condiciones
actuales de casa de máquinas, trabajando a la mitad, consideró Gutiérrez, daría
seis días para llegar a la meta del vertedero y dos o tres días para terminar
la presa.
Trabajo en todos los
frentes
A la par, otro equipo
trabaja en la limpieza de las empalizadas y toda la basura y material que baja
por el río Cauca. Lo extraído se lleva a otros lugares para evitar que no
llegue al sitio de presa y a las captaciones de la casa de máquinas, donde
podría causar daños y obstrucciones. Ayer, el promedio de descarga era de 1.350
metros cúbicos por segundo.
En varios frentes, más
de 1.500 personas del Consorcio constructor, la Interventoría y EPM trabajan
con intensidad en la presa y el vertedero buscando el objetivo de los 410, que
permitiría reducir la amenaza de una emergencia.
El grupo humano incluye
ingenieros, técnicos tecnólogos y mano de obra no calificada. Cuando el embalse
llegue a la cota empezará a rebozar por el vertedero.
Vida en los albergues
El futuro de Valdivia
está directamente relacionado con el avance de los trabajos.
La población evacuada
preventivamente de las riberas del río Cauca (3.650 personas) empieza a
acostumbrarse a los albergues. Hasta ayer, la queja constante fue por el estado
de los alimentos y la tardanza de las autoridades para repartirlos; no
obstante, al menos en tres de los ocho refugios oficiales, los líderes admiten
que la situación se hizo mas llevadera.
EPM, la Administración
Municipal y la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd) ya no
llevan la alimentación desde otros municipios sino desde restaurantes locales.
Por este motivo, aunque al pueblo no le cabe un alma, al comercio le ha ido
bastante bien.
“En los once años que
llevo en este negocio no había visto tanta gente en el pueblo”, señala Luz
Yolanda Espinosa, dueña de un restaurante.
Los pobladores de Puerto
Valdivia, alegres y acostumbrados al clima caliente en sus hogares a orillas
del Cauca, a pesar de vivir una afectación tan grande, refugiados a 20
kilómetros de sus viviendas, están acoplados a sus refugios.
Por las noches, cuando
los aguaceros no obligan a la gente a esconderse bajo techo, el Ejército
Nacional proyecta películas, en el parque de Valdivia, para distraer a los
niños.
Dudas con el auxilio
En la escuela Evangelina
Mejía, Óscar Darío Ruiz, uno de los líderes, expresa dudas sobre el
bono de $1’100.000 que ofreció EPM para que las familias busquen un sitio dónde
se puedan albergar un mes.
Confiesa que le hace
falta la privacidad de un hogar y que el estrés le pasa factura, pero reconoce
que las cosas han mejorado y, por eso, temen salir de la seguridad que ofrecen
los albergues.
“Como puede ser un mes,
también puede ser más, no sabemos cuándo podremos regresar a nuestras casas”,
dice.
En la parte baja del
casco urbano están el coliseo y la cancha sintética. En estos refugios hay
instaladas más de 692 personas. Kelly Gómez, otra de líder de la
población evacuada cree que los bonos son “una forma que tienen de zafarse de
nosotros”.
La comunidad pide más
información sobre la situación en el proyecto Hidroituango.
“No hay funcionarios
explicando cómo van las cosas en la presa, lo poco que sabemos nos llega de vez
en cuando por medios de comunicación. Nos gustaría, y he pedido por eso, tener
al menos un televisor para estar pendientes de las noticias”, afirma Kelly.
Entretanto, 16 hombres
de la Defensa Civil recorren la carretera entre Valdivia y el puerto para
entregar comida a animales abandonados y para inducir a quienes no han salido a
una zona segura a que lo hagan, porque por más confianza que se tenga en los
trabajadores de la obra, con el río Cauca nunca se sabe.
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