Decenas de motociclistas homenajearon al
narcotraficante dado de baja por las autoridades en Norte de Santander.
Mientras los asistentes se peleaban por quién cargaba el ataúd, con un aplauso
y silbidos en Carepa comenzaron sus exequias.
Con corridos prohibidos y caravana
recibieron el féretro del tercero al mando del Clan del Golfo. Foto: Archivo
Particular.
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La memoria de Pablo Escobar no es la única
que hace peso en la historia colombiana. Un cuarto de siglo después de su
muerte sigue intacta la aceptación social que todavía les abre camino a los
narcotraficantes y les permite escabullirse con facilidad entre la comunidad.
Inglaterra hacía parte de la cúpula del
Clan del Golfo. Era el tercero en la línea de mando de ese grupo mafioso
liderado por Dairo Úsuga, alias Otoniel. El gobierno de Estados Unidos lo había
pedido en extradición y existía una recompensa de 500 millones de pesos por él.
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Sin embargo, ninguno de estos incentivos
fue un motivo suficiente para que alguien entregara pistas que ayudaran a dar
con su paradero. De hecho, la imagen con la que los habitantes de un pueblo del
nororiente de Antioquia recibieron el féretro este sábado a las 11:30 de la
noche, se aleja notoriamente de esa posibilidad.
Con pólvora, pitos y a ritmo de las Águilas
del Norte, decenas de motociclistas acompañaron las exequias del temido
narcotraficante que este fin de semana fue trasladado a su pueblo natal desde
Norte de Santander. "En mi caja de la fina, mis metrallas de
tesoro. Gocé todito en la vida: joyas mujeres y oro. Yo soy
narcotraficante, sé la rifa por el polvo", se escuchaba en casi todas
las discotecas de la zona rosa de Carepa que al unísono le dieron gusto con la
que sería su canción preferida: Una cruz de marihuana.
Así lo registró el portal Noticias
Urabá, que este fin de semana publicó un video con todos los detalles del
recibimiento y las paradas que hizo el carro fúnebre. Y es que como un héroe
fue recibido el hombre que protegió a sangre y fuego el microtráfico de la
zona. "Todo un guerrero, decimos que no hay muerto malo pero hay de
muertos a muertos. Los que tuvimos el gran placer de conocerlos sabemos el gran
ser humano que era. Q.E.P.D", comenta una mujer del municipio.
A pesar del rechazo e indignación de las
autoridades locales que califican este tipo de actos como una apología al
delito, es claro que todavía muchos colombianos no han logrado alejarse del
fantasma del narcotráfico a pesar de la trágica marca que ha dejado en la
historia reciente. Y es que en parte, para algunos analistas esto ha ocurrido
porque telenovelas y series han reeditado, muchas veces de forma generosa, los
años más violentos que vivieron los antioqueños y el país.
"La verdad es que le asombra a uno ver
como las personas hoy tienen truncados los valores, y les parece que es algo
magnífico acompañar al féretro de un delincuente, la verdad es que no lo
entiende uno; eso es hacer apología del delito”, señaló el comandante de la
Policía en Urabá, coronel Luis Eduardo Soler a Caracol Radio.
Hombres, mujeres y niños rodearon con
pancartas en mano y celulares el automóvil que transportó el cuerpo del temido
narcotraficante. Pese a los reproches que han despertado las imágenes de la
concentración, la escena que más ha indignado a los internautas en las redes
sociales tiene que ver con el momento en que sacan el ataúd y lo trasladan a
donde es velado. "Despacio, despacio", grita una mujer mientras el
momento se funde en un sólo aplauzo y los asistentes se pelean por cargar el
féretro.
En la tarde de este domingo, sus restos
fueron trasladados hasta el corregimiento Piedras Blancas, donde los habitantes
de su zona de influencia se le rendirán un homenaje. Se espera que alrededor
del mediodía de este lunes, su cuerpo nuevamente sea trasladado a la cabecera
municipal para así cumplir con el entierro que se tiene programado para las dos
de la tarde.
Inglaterra tenía 38 años de edad, pero
desde los 18 estaba metido en el mundo del crimen. Durante varios años hizo
parte del bloque Bananero de los paramilitares, en el que se hizo ‘célebre’ por
liderar un grupo encargado de ejecutar las masacres en las poblaciones del
Urabá antioqueño. En 2005 se desmovilizó, pero a los pocos meses ya estaba de
regreso en la delincuencia.
Daniel Rendón, alias Don Mario, lo llevó
para formar parte de las nacientes y autodenominadas Autodefensas Gaitanistas,
hoy Clan del Golfo. Como parte de sus primeras tareas, creó en esa banda lo que
se conoció como grupo especial boinas rojas. Era básicamente un escuadrón de la
muerte conformado por Inglaterra y otros diez asesinos responsables de decenas
de muertes en Carepa, Chigorodó, Mutatá y Dabeiba, en Antioquia.
[con información de Semana]
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