A costa de su seguridad, este periodista se
ha dedicado a poner en la picota pública la corrupción.
Los carteles de la mafia y la corrupción han sido investigados y denunciados por OrtÍz.
Foto: Salud Hernández-Mora / EL TIEMPO
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Por: Editorial 16 de noviembre 2017 , 12:00 a.m.
El caso del periodista Leiderman Ortiz en
Caucasia, bajo Cauca, dado a conocer ayer en un reportaje de Salud
Hernández-Mora en este diario, es impresionante. Sobre todo, aleccionador. Se
trata de la historia admirable, que por fortuna ya conoce el mundo, de un
hombre atrincherado en su periódico local, La Verdad del Pueblo, armado con una
pluma, luchando con la munición de la verdad contra poderosos escuadrones de
corruptos, carteles de mafias o bandas criminales.
El de Leiderman es un caso prodigioso en un
país donde los periodistas de provincia suelen verse indefensos, amenazados,
desterrados o, por desgracia, asesinados. Pero él –empecinado desde niño en
combatir todo aquello que no sea honesto, al precio que haya que pagar, incluso
ahora, después de ocho años de tarea, arriesgando a su propia familia– se ha
dedicado, a través de su periódico, a poner en la picota pública la corrupción
local a todo nivel o a denunciar los tentáculos del narcotráfico en una zona
donde ese monstruo ruge.
Metido entre hienas con sed de venganza, su
lucha desigual pero admirable, valerosa y ejemplar, ya le ha costado un par de
atentados con granadas. Además, se sabe de otros, con sicarios pagados, que se
han frustrado. Porque allí su vida tiene alto precio. Por suerte, la Unidad
Nacional de Protección le ha brindado seguridad, que desde luego se le debe
mantener e incluso fortalecer.
Él ha hecho mucho: ha salvado vidas,
defendido lo de sus coterráneos, denunciado entuertos ante la Fiscalía a través
de su medio; ha hecho periodismo sin maquillaje, de frente, con nombres
propios. Lo menos que queda es acompañarlo, que sus paisanos retomen su valor y
le sirvan de escudo, pues por ellos Leiderman se juega la vida.
Este comunicador está ejerciendo con lujo
de detalles la labor fundamental de la prensa. Ojalá sea escuchado, lo cual es
también tarea de los entes de control y de la justicia. Sobre todo, que no siga
batiéndose solo y se salvaguarde su vida.
-editorial@eltiempo.com
[Con información del periódico El Tiempo]
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