SEMANA habló con el presidente de la Cámara
Colombiana de la Infraestructura, quien explicó por qué las obras se hacen mal
o no se hacen.
“Se corrompió la contratación en las regiones”
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Juan Martín Caicedo Ferrer, presidente de la Cámara Colombiana de la Infraestructura, advierte que se presenta una situación muy grave en los municipios y departamentos porque a mayor inversión es mayor la corrupción.
Semana: ¿Por qué ha sido tan enfático en
denunciar que la contratación de las obras públicas en las regiones se las
tomaron las mafias?.
Juan Martín Caicedo: Porque es cierto.
Mientras que en Colombia no exista una política de pliego único de
contratación, los funcionarios van a seguir manejando de manera discrecional
los pliegos y poniendo requisitos financieros o técnicos para beneficiar a
Pedro, a Juan o a Tomás. Es como un vestido hecho a la medida para licitaciones
que de antemano tienen un solo dueño.
Semana: ¿Eso cómo se puede comprobar?
J. M. C.: La cámara tiene un observatorio
que recibe denuncias y quejas de procesos de todo el país. Decidimos hacer una
muestra aleatoria en 47 municipios, 12 departamentos y 13 alcaldías en Bogotá.
Al final encontramos que el 65 por ciento de la contratación de esos municipios
se hizo a un único proponente, y el 35 por ciento en los departamentos.
En
Bogotá el 58 por ciento de los contratos de las alcaldías locales se los ganó
un único oferente.
Llaman la atención los casos de Usme y Suba porque el ciento
por ciento de todos los contratos fueron adjudicados a un único oferente.
Semana: ¿Pero se supone que fueron
escogidos a través de licitaciones o concursos públicos?
J. M. C.: Se hacen, pero lo que estamos
viendo es que están amarrados. La tendencia son adjudicaciones con un solo
proponente, pero también hay otras en las que se presentan unos pocos, pero en
la que ya están de acuerdo en quién va a ser el ganador. En otras, a pesar de
que se presentan muchos proponentes para cumplir los requisitos de la Ley 80,
pasa lo mismo: una licitación de uno.
Semana: ¿Y cómo lo hacen?
J. M. C.: De dos formas. Se crea una línea
directa entre un funcionario corrupto y un contratista corrupto para hacer un
pliego a su medida, que excluya a cualquier otro proponente, y así repartirse
la marrana, como dicen popularmente. La otra modalidad frecuente en los
territorios es que entre el funcionario y el contratista aparece en el medio un
gamonal o una persona, un Julio, un Emilio, un X o un Y, que hace de puente. En
muchas regiones es un político, pero no siempre.
Semana: ¿Qué consecuencias tiene este
fenómeno?
J. M. C.: La mayoría de las obras
contratadas de esta manera terminan siendo fallidas o inconclusas. Como una
porción del presupuesto se destina a pagar la corrupción y las mordidas, el contratista
en vez de hacer diez kilómetros de vía hace cinco, o la hace toda, pero de muy
mala calidad. Vayan a las regiones para que vean. Por este juego muchas
empresas medianas y pequeñas, honestas, que son la mayoría del sector, se están
quedando por fuera de la contratación.
Semana: ¿Y quién más pierde?
J. M. C.: Pues todos los colombianos. Los
ciudadanos perdemos, porque no podemos disfrutar las obras que necesitamos y
porque nos están robando la plata de nuestros impuestos, la que pone el Estado,
que es de todos.
Semana: ¿Cuántos recursos podrían estar
comprometidos en el estudio que hicieron?
J. M. C.: En la muestra los contratos
fueron por cerca de 1,5 billones de pesos, pero solo se analizó un universo
pequeño. Estoy seguro que si se mirara toda la contratación que hicieron
departamentos y municipios para obras de infraestructura hay que multiplicar
por ocho o por diez. Es decir, están en juego muchos billones de pesos.
Semana: ¿En la muestra, quiénes son los que
tienen los indicadores más preocupantes?
J. M. C.: Los departamentos campeones en la
contratación de un solo oferente son Casanare y Córdoba. Les siguen Huila,
Bolívar, y después más abajo Sucre, Magdalena, Meta, Cesar, Guaviare. En
municipios son muchos, como Caucasia, Dibuya, Neiva, Acacías, Barranquilla,
Cartagena, Maicao.
Semana: ¿Qué es lo que más le preocupa de
este fenómeno?
J. M. C.: El país está empezando a crecer
por cuenta de la infraestructura y estamos teniendo grandes inversiones, que en
las regiones podrían superar los 20 billones de pesos en los próximos años,
muchos provenientes de la Nación, de regalías... Sin embargo, amparados en la
autonomía regional, se están haciendo maturrangas para amañar los contratos y
eso puede matar la gallinita de los huevos de oro. No vaya a ser que pase lo
mismo que con las
regalías, que el país se cansó de que se
desviaran para todo tipo de cosas y el gobierno terminó poniendo talanqueras
para entregar esos recursos.
Semana: ¿Y eso también está pasando en las
grandes licitaciones de 4G?
J. M. C.: No. Debo dejar en claro que las
licitaciones de cuarta generación de concesiones se han hecho de forma
transparente y no ha habido quejas al respecto. Lo mismo las que ha asignado
Invías, y que ascienden a 6 billones de pesos, porque ellos tienen un pliego
tipo.
Semana: ¿Por eso para usted ese es el
antídoto?
J. M. C.: Sí. Debe existir un pliego único
o tipo. Si la Nación está financiando muchas de estas obras, Planeación
Nacional o varias entidades del gobierno central deberían exigir que esto se hiciera.
Esa es nuestra recomendación. Sin embargo, hay discusiones de si se deben tocar
algunos instrumentos legales o constitucionales para que ese pliego tipo se
imponga, sea obligatorio.
Semana: Y por qué tanto silencio de los
organismos de control?
J. M. C.: La mayoría de los organismos de
control, especialmente regionales, se están haciendo los de la vista gorda. Sin
embargo, ya les entregamos este informe a la Contraloría General, a la
Procuraduría y a la Superintendencia de Industria y Comercio, entre otros. Un
aspecto positivo de que haya un pliego tipo es que frente a las investigaciones
que se adelanten por falta de transparencia o posible corrupción, no tendrían
que inmiscuirse y desmarañar cada contrato, sino mirar los referentes del
pliego tipo. Pero la labor que hoy hacen es compleja, porque en Colombia
existen tantos modelos de pliegos como entidades contratantes. Hay más de 1.100
municipios y 32 departamentos en el que cada uno tiene sus propios criterios.
Semana: ¿Pero es una responsabilidad de un
funcionario o del alcalde o del gobernador?
J. M. C.: En algunos municipios hay
secretarías de infraestructura, en otros existen las antiguas secretarías de
obras. Quisiera pensar que en muchos casos los mandatarios no se han dado
cuenta de lo que está pasando, pero debo advertir que este mismo fenómeno, de
licitaciones de uno solo, se está dando en obras de acueducto, alcantarillado…
Semana: ¿Cree que el fenómeno se ha
incrementado en los últimos años?
J. M. C.: Antes, la corrupción estaba
involucrada en obras de millones, ahora estamos hablando de billones de pesos.
Es un hecho que la locomotora de la infraestructura despegó y eso es lo que nos
preocupa. Si no se le pone una talanquera a lo que está pasando, vamos a llegar
a la conclusión de que la corrupción es autónoma, descentralizada. Hoy se
presenta una paradoja muy grave: a mayores niveles de inversión, mayores
niveles de corrupción.
Semana: ¿Hay algo que pueda empeorar este
panorama?
J. M. C.: Nos preocupa que este fenómeno se
acreciente por el proceso electoral, que en estos periodos tiende a ser más
complejo.
NACIÓN |
2015/04/18 [publicado en la página web de la revista semana
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