Por: Sergio Mesa (@sermeca)
Recorrer el
municipio de Caucasia, en el Bajo Cauca antioqueño, es conocer de cerca lo que
ha sido durante más de dos décadas una comunidad golpeada por el conflicto
armado y los cultivos ilícitos, por la presencia de las Autodefensas Unidas de
Colombia (AUC), y ahora por las bancas criminales, propiamente ‘Los
Gaitanistas’, quienes producen, controlan y distribuyen el negocio de la
cocaína. Y las autoridades no han actuado como han debido.
En los archivos
de prensa del periodista Leiderman Ortiz Berrio, director de La verdad del
pueblo, quien vive custodiado por una escolta asignada por orden de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), está escrita la memoria de las
víctimas y el registro de hechos que hacen parte de las investigaciones de la
Fiscalía, los cuales son piezas que arman el proceso de desmovilización de los
paras en 2006, con la desmovilización de Carlos Mario Jiménez, alias ‘Macaco’,
quien operó en Caucasia.
Después de la
desmovilización vino el rearme, como lo ha documentado el Centro Nacional de
Memoria Histórica (CNMH), en el documento Rearmados y reintegrados: panorama
pos acuerdos con las AUC, presentando en noviembre de 2015. Ellos siguen
delinquiendo y creando temor.
En Caucasia, lo
viví en carne propia, se vive en medio de la zozobra. Un día cualquiera puede
haber uno o dos muertos. La intimidación se ha vuelto parte del paisaje. Las
viudas y los huérfanos van en aumento.
El asesinato del
periodista Dorancé Herrera, el 23 de noviembre, es apenas una advertencia de lo
que puede sucederle a quienes denuncien la corrupción administrativa de las
autoridades políticas del municipio. De quienes hoy gobiernan y han gobernado.
Y de quien gobernará en el próximo cuatrienio. El contubernio entre la ley y el
mal está pactado.
Las denuncias de
Leiderman Ortiz han hecho que la crisis de gobernabilidad
de un municipio, que
no entiende uno cómo su alcalde está entre los mejores del país, pese a los
índices de criminalidad, sea visible. Las obras de cemento opacan la ola de
crimen y los charcos de sangre. Es una
bomba de tiempo a la espera de una chispa que la estalle.
Antes fueron los
cultivos de coca –o eso dicen las autoridades, lo cual es una sofisma-, y ahora
es la minería la que genera rentabilidad legal e ilegal, con entables en minas
con licencias de explotación legal, mientras otros operan sus dragas, de manera
ilegal, defendiéndose a sangre y fuego, mientras cobran las vacunas por
producción de un gramo de oro.
Hace unos días
el periodista Juan Diego Restrepo publicó en su columna de Semana lo que podría
ser la hipótesis más fuerte del asesinato del periodista Herrera: “(…) las
pistas para dar con los responsables de su muerte podrían comenzar en un
artículo que escribió días antes de las elecciones del 25 octubre… titulado ‘El
precio de servir a un desgraciado’, en el que cuestionó duramente al actual
alcalde de Caucasia, José Nadin Arabia, por los líos surgidos alrededor de una
finca llamada La Uribe”.
Las elecciones
que acaban de pasar, en donde fue electo Óscar Aníbal Suárez, por el MAIS,
después de Cambio Radical haberle negado el aval, fueron más corruptas que las
anteriores, en 2011, en donde fue electo el alcalde Arabia Abissad, cuestionado
por alias ‘Cuco Vanoy’ en el fallo de condenado del Tribunal Superior de
Medellín, Sala de Justicia y Paz.
Las redes de
contratación y los ríos de dinero que corrieron por Caucasia, en las elecciones
recientes, impusieron el poder de la clase política, mas no la voluntad del
pueblo, que sufrió intimidaciones que no fueron publicadas ni en la prensa
escrita ni en los noticieros. Someramente la Misión de Observación Electoral
(MOE) le hizo seguimiento a las denuncias ciudadanas. La Fuerza Pública está
cautiva por el poder político de Caucasia
La más reciente
captura de alias ‘León’, de la estructura de ‘Los Gaitanistas’, en el
corregimiento de Piamonte (Cáceres), en donde según fuentes funcionan las
‘casas de pique’, son esfuerzos del Ejército para desmantelar a la
criminalidad. Es una guerra en donde más se demora la captura que el nombre del
nuevo jefe. Antes de él mandó alias ‘Darío’.
La investigación
más reciente, sobre cómo operan las ‘Autodefensas Gaitanistas de Colombia’ o
‘Clan Úsuga’, en el Bajo Cauca, la realizó precisamente Juan Diego Restrepo
para la Fundación Ideas para la Paz (FLIP): “En los seis municipios que
conforman esta subregión de Antioquia, las AGC han adoptado prácticas
extorsivas similares, que tienen como víctimas a comerciantes, transportadores,
ganaderos y mineros”. Una cruda radiografía que pone en escena el diario vivir
de quienes ejercen el periodismo; y de todos los ciudadanos. (Ver
investigación)
¿Es Caucasia y
el Bajo Cauca un bastión de la criminalidad, en donde hay ausencia parcial del
Estado? ¿Qué sucede en realidad en Caucasia, en donde los entes de control no
operan pese a los hallazgos fiscales e investigaciones penales y disciplinarias
en donde están involucrados los funcionarios públicos que saquean el erario
público? ¿Hasta dónde llega en realidad el contubernio y las relaciones entre
la política y la criminalidad? Eso está por verse.
Son preguntas
por las que periodistas como Dorancé Herrera y Luis Cervantes, de Cáceres,
buscando respuestas, fueron asesinados. El silencio y el miedo de apoderaron el
clima de Caucasia. Mientras tanto Leiderman Ortiz seguirá vigilante del poder.
Hay que rodearlo.
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[con información del periódico el Espectador]
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